Si tuvieras que elegir entre el amor y tus sueños ¿Qué harías? La vulcanóloga Charlotte Hunter tenía su futuro planificado, ambiciosa y brillante, sabe que no cometerá los mismos errores de sus padres. Ella está destinada a triunfar. Hasta que una noche conoce al corresponsal de prensa Nathaniel Coleman. Entre ellos surge una atracción instantánea que hace tambalear las premisas que Charlotte había decidido para su vida, antes de que suceda lo inesperado ella decide marcharse sin pensar en nadie más que en ella. Seis años han pasado desde que Nate vio por última vez a Charlotte, la vida le ha sonreído, está a punto de casarse con una mujer hermosa y ha cumplido todo lo que una vez soñó. Pero el cubrimiento mediático a un congreso partirá su vida en dos cuando un encuentro inesperado con su amor del pasado, lo lleve a enfrentarse a mentiras ocultas y verdades que siempre han estado allí envolviéndolos en un verdadero Cataclismo ¿Pueden tus ideales lastimar lo verdadero e importante? De la autora de las bilogías Enséñame y Contrato llega está intensa y adictiva historia. ¿Te atreves a conocerla?
Leer másCharlie
—¿Estás segura que es esto lo que quieres hacer? — preguntó Nate, por décimo segunda vez, antes de firmar. Tragué el nudo que estaba en mi garganta y respiré profundamente, intentando que la máscara que había puesto desde que él había llegado al juzgado no se rompiera.
—No lo hagas más difícil, solo firma. —mi voz se escuchó fría, incluso para mí misma.
—No es cuestión de hacerlo más fácil o más difícil Charlie, es cuestión de sentimientos... Nena. —soltó el lapicero y sus ojos me imploraban que no lo hiciera, cerré los míos manteniendo la fuerza —¿Qué hice mal? Al menos explícame qué hice mal y déjame arreglarlo. No tenemos que hacerlo.
—Lo nuestro era pasajero Nate, dijimos que cualquiera de los dos podía tomar la decisión de dejarlo cuando quisiéramos. Tengo sueños, metas que cumplir. Planes en los que tú no estabas y en los que no te puedo incluir. —Mi voz tembló pero me recompuse rápidamente, era mejor así, era preferible que me odiara así no insistiría más.
Quería que firmara y terminar con esto. Ya era doloroso estar aquí de pie aferrándome a mis sueños y no a lo que mi corazón deseaba.
—Charlie…
—¡Firma de una maldita vez! —musité frustrada.
Él dio un suspiro resignado, su mirada estaba tan llena de dolor, sabía que me amaba, yo lo amaba, pero nuestra boda había sido un error etílico en Las Vegas cosas de chicos irresponsables, no estaba dispuesta abandonar por lo que tanto había luchado, a convertirme en mi madre, una mujer que renunció a sus sueños por ser la esposa del jefe de policía de un pueblo perdido en la nada, a tener terribles discusiones, a hacer que mis hijos sufrieran por el simple hecho que yo era infeliz.
No me quedaría en casa mientras mi esposo me mantenía, él lo sabía, se lo había dicho mientras le hablaba de mis sueños.
El amor se esfuma, las metas quedan, tus logros son la constancia de quien eres. Quizá estoy hablando como una arpía sin corazón, la realidad es que se me está haciendo pedazos mientras trato de aparentar que esto no me duele, que no odio lo que estoy a punto de hacer.
Nate dio un suspiro frustrado, cerró sus ojos un segundo y plasmó su firma en el documento, siempre había dicho que su letra es estilizada y cursiva, elegante comparada con la mía que parece más la letra de un residente de primer año, tiró el lapicero a un lado y su mirada se encontró con la mía, tenía los ojos irritados, lágrimas pugnaban por salir pero no iba a hacerlo, lo conocía bien, era obstinado y duro, le dio una mirada furiosa a Ryan que ejercía como mi abogado, él había preferido actuar en nombre propio.
—Está hecho—dijo Ryan, y suprimo el hecho que quiero sentarme y llorar, pienso que en dos horas debo tomar un vuelo con destino a Honolulu, pienso que a partir de hoy el canal CNN estará bloqueado en mi operador de cable, pienso en lo mucho que extrañaré al hombre lleno de metas a mi lado.
Él no me mira, yo intento mantener mi mirada al suelo levanto mi mano para estrechar la de él una última vez, sé que está observándola, pero no la toma, en vez de ello suelta un resoplido que me hace subir la mirada. Sostengo mi mano en el aire.
—Nate…— él no dice nada —No tiene que ser así —mi voz no suena como mi voz, mi mano tiembla y solo quiero que la arrope entre la suya una última vez, quiero sentir su calidez, pero él se lleva la mano al pelo, jalándolo como cuando algo le estresa.
—Fuiste tú quien lo decidió así, no quieras terminar esto como una reunión de negocios, eres libre Charlotte, libre para cumplir tus sueños, libre para seguir tu corazón… si es que tienes uno.
Lo veo caminar hacia la puerta y detenerse justo en el marco.
—Espero que cumplas todo lo que anhelas. —Salió del salón y el juez que estaba a cargo de nuestro divorcio dice que todo está listo. Ryan me acompaña fuera de la habitación. Nate está recostado en una columna del juzgado, lo veo secar sus mejillas con las mangas de su chaqueta y luego sus ojos se encuentran con los míos, niega con la cabeza y camina hacia la salida, su andar es desgarbado, su espalda tiembla y mis ojos dejan escapar las lágrimas que he estado reteniendo.
No quiero que me odie por obligarlo a abandonar sus metas, pero quiero cumplir las mías. Ryan me abraza mientras me derrumbo, él no voltea ni una sola vez, lo veo difuminarse gracias a mis lágrimas y cuando ya no puedo verlo más me dejo caer, agradezco que mi mejor amigo me sostenga, lloro porque me estoy muriendo por dentro, pero me repito a mí misma que un matrimonio joven no funcionaría a distancia, que no sobreviviríamos, que terminaríamos haciéndonos más daño.
Ryan me deja llorar por unos minutos, luego me ayuda a levantarme y me lleva al auto, afuera llueve, mi equipaje ya está en su maletero, mientras él conduce me siento entumecida, miro por la ventana sin decir una palabra, nos despedimos en la entrada del aeropuerto, evitando decir adiós, camino por el aeropuerto evadiendo recuerdos y paso de largo hasta la sala de espera de la aerolínea.
Me siento como en una dimensión desconocida y no es hasta que estoy en el avión a punto de despegar que saco el celular de mi gabardina con el único fin de apagarlo, pero cuando lo desbloqueo la foto de pantalla hace que mi mundo tiemble, es una de los dos de nuestra primera mañana viviendo como marido y mujer, me voy a la galería dispuesta a borrarla, elimino todas las fotografías de nosotros dos pero no puedo eliminar esa, estamos recién levantados, con los cabellos revueltos y ojos adormilados, cambié el protector de pantalla por el logo de la Universidad de Honolulu, trabajaría con el profesor Kwon Cheung en conjunto con el Observatorio Vulcanológico, había luchado los últimos años por esto, dejar a Nathaniel era parte del sacrificio por ser quien quería ser.
Mientras el capitán hablaba dando las últimas sugerencias para el vuelo, me despedí de San Francisco, de mi vida y de él.
Sobre todo, de él.
Charlie Cerca de la hora de nuestra partida subí a la habitación de Kai, Ryle, estaba dormida, pero ella seguía viendo televisión. —Papá y yo vamos a salir, pero estaremos mañana temprano aquí para llevarte al recital de ballet. —mi hija sonrió —no des mucho que hacer a tus abuelas— me acerque a ella — ya no son tan jóvenes. —compartimos una sonrisa. — te amo. —También yo mami. Nate me esperaba en la puerta, lanzó un beso a nuestra hijay cerró la puerta con cuidado, Ryan y Andre se habían ido hacia pocos minutos, mi madre y Natalie estaban sentadas en la sala con una taza de café. —Ryle, está dormida y Kai, está viendo una película, vendremos antes de las diez, Kai, tiene que estar en la escuela a la una por lo que necesitamos salir antes de doce, estoy segura que mi hija querrá ser la primera en llegar. Ambas mujeres asintieron. —Puedes venir conmigo hija, hay algo en esta l
CharlieDebí haberme quedado dormida porque Kai me despertó para decirme que la comida estaba lista, ya no tenía puesto su vestido de baño y nadie parecía estar cerca, me levanté de la tumbona sintiéndome algo mareada, Nathaniel estaba en la parrilla, tenía una camisa que se adhería a sus músculos y una pantalonera a media pierna, mi sexo se contrajo al verlo, lo deseaba no sabía si eran las hormonas o si había sido que había pasado siete días lejos de casa. Me llamó con la espátula y sonreí, pero el olor de la carne me hizo detenerme, me quedé de pie sin saber que hacer la bilis subió por mi garganta y corrí directo al bote que habíamos elegido para la basura, Nate se apresuró a llegar a mí, pero todo él olía a la carne, a las especias y condimentos que usé al prepararla
Positivo.¡Mierda!Deslicé mi mano por mis cabellos observándome en el espejo, afuera podía sentir el bullicio de la parrillada, era el día de San Valentín, y teníamos la casa llena, apenas hacia dos meses había empezado mi investigación en la universidad de Miami, además estaba dando clase a los alumnos de segundo año de Geología, Nathaniel no llegaba aun, había estado viajando a Washington en repetidas ocasiones en los últimos meses, quería convertirse en corresponsal de prensa de la casa blanca, tenía mucho camino por delante y estaba trabajando duro para ello.Llevábamos años intentando tener un bebé, nos habíamos dado por vencidos y aceptando que Kai seria nuestra única hija, pero aquí estoy once años después, en un baño, sola mientras sostengo una prueba de embarazo positiva en mis man
NateMeses después. Me introduje en ella lentamente, mía, mi esposa después de tantos ires y venires, por fin podía llamarla así, aunque técnicamente la boda se llevaría a cabo en un mes.Nadie sabía lo que había sucedido la noche anterior, y solo lo sabríamos ella y yo… Nuestro secreto.Charlie gimió entrecortado en mi oído y un súbito temblor recorrió todo mi cuerpo, siempre era como la primera vez, como esa vez hacía un año en la oscuridad, con la tormenta Stan debajo de nosotros.Ella subió su pierna presionando su talón en mi glúteo derecho, sus dientes rastrillaron mi hombro haciéndome gruñir.—Más… —murmuró,
Nate —¿Entonces se quitó una ceja con una cuchilla de afeitar? —Juro por Dios que no sé cómo la alcanzó, —Me pasó el celular y vi la fotografía de mi hija sin una ceja, no pude evitarlo y me reí a carcajadas, afuera seguía lloviendo y ya nos habíamos tomado dos copas de vino, Charlie me había pedido que encendiera la chimenea y prácticamente había acabado con los panecillos, llevábamos casi una hora y media hablando de Kai y sus ocurrencias. —tuve que maquillar su ceja con sombras por tres semanas. —Con razón no lo noté en las llamadas —le devolví el celular aún sonriendo, nos habíamos sentado sobre su alfombra cerca a la chimenea con la botella de vino y la tabla para picar en medio de los dos y las velas proporcionándonos poca luz. —Tuve que aguantar las ganas de reírme al verla después que el susto inicial pasó, guardé bajo llave todas las maquinillas de afeitar desde ese día y ella me prometió no volver a h
Nate. Imaginaba la cara de Kai al verme, había querido que fuese una sorpresa para ella, por esa razón no le había dicho a ella o a Charlie sobre esto. Luego de que Jess ventilara cosas sobre mi vida personal a la prensa, estuve cuatro meses haciendo trabajo de oficina. Lo odiaba, pero al menos el canal y mis jefes habían creído mi versión de los hechos.Sí, tenía una hija de la cual no había sabido su existencia hasta la cumbre de Honolulu, no había revelado nada acerca de su madre y los primeros meses después de que todas las mentiras de Jess invadieron los medios, estuve siendo perseguido por reporteros de farándula como si yo fuese una persona famosa.«Supongo que dejar plantada a una celebridad el día de su boda lo hace.»Afortunadamente Kai y Charlie estaban en Pasadena y, con el tie
Último capítulo