Han pasado más de tres horas desde que papá cayo inconsciente en mis brazos.
Me sentí impotente, insegura, volví a ser una niña pequeña mientras trataba de traerlo de vuelta y al no lograrlo, lo puse lo mejor que pude sobre el suelo y llamé a urgencias. Fue un suplicio esperar una ambulancia, igual o mayor a la que siento ahora.
A pesar de todo él es mi padre y así hayan pasado diez años sin ha lar e, diez años donde fui un bicho raro para él y mamá, yo nunca dejé de quererlos.—Ángela, toma esto