Cuando Yelena habló, la ira de Shane se encendió.
—¡Fuera! ¡No me toques! Si no me hubieras estado molestando, Bethany no se habría ido. Si no fuera por ti, no estaría así. ¡Todo es tu culpa! ¡Todo lo que ha pasado es tu culpa!
La respiración de Shane se aceleró y se hizo pesada. Se agitaba como un animal salvaje y trató de sentarse.
—¡Fuera de aquí! ¡No quiero verte! ¡No quiero volver a verte nunca más!
La expresión furiosa de Shane hizo que Yelena retrocediera un paso. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
Sus labios temblaron mientras se obligaba a revelar un secreto que dejó a todos atónitos.
—Shane… estoy embarazada. Estoy esperando un hijo tuyo.
Shane lo negó de inmediato.
—¡Eso es imposible! ¡Nunca pasó nada entre nosotros! ¿Cómo podrías estar esperando un hijo mío?
Yelena sollozó en silencio.
—¡No miento! Esa noche en las Maldivas, te desmayaste. Me confundiste con Bethany y pasamos la noche juntos. Tenía miedo de que me culparas, así que me arreglé y salí de tu habitaci