"Señor Lucas, ¿por qué no tiene pantalones puestos?". Irene se sonrojó y se dio la vuelta. "Voy a buscarle los pantalones. Levántese rápido. No haga esperar al tutor".
Diez minutos después, Irene sacó a Lucas de su habitación. El tutor los miró halándose el uno al otro y frunció las cejas.
Sin embargo, al ver la cicatriz en la cara de Irene, sus cejas se relajaron.
"Señor, me gustaría hablar con usted a solas", le dijo Lucas al tutor.
El tutor asintió y siguió a Lucas a un lado. Unos quince minutos después, ambos habían terminado de hablar. El tutor frunció un poco las cejas y se acercó a Irene.
"¡Empecemos!".
Irene se quedó sorprendida un rato y miró a Lucas. "¡Señor Lucas, venga y únase a las clases!".
"Ve. Enséñame tus apuntes después de la lección. Deja de hablar. Al tutor se le paga por horas", dijo Lucas mientras se acomodaba en el sofá. Comenzó a hojear su teléfono. "Ustedes dos tendrán las clases en otra habitación. No me molesten".
Irene se quedó sin palabras.
El tuto