CAPITULO DIECINUEVE
Milo
— ¡También quiero unos malvaviscos de esos en espiral, por fis!
Ghian quién había estado caminando se detubo al escucharme para asentir hacia mí sin voltear a mirarme para retomar su camino a donde mis cosillas dulces esperaban por ser agarradas, prácticamente babeaba por todo lo dulce.
— Cualquiera pensaría que es tu marido.
Ante la voz de Peyton giré a mirarla algo apenado al tener a su esposo yendo por mis dulces, luego la miré fijamente para rodar mis ojos.
— No puedo creer que aun no tengas una favorita.
Siguió moviendo sus labios de lado a lado mientras Terrell que estaba a su lado hizo esa sonrisa dulce que sólo a él parece salirle.
— Según ella...todas saben demasiado bien para...
— La de calabaza no me gusta — le interrumpió ella agarrando una que al parecer tenía relleno de manjar.
— Verdad, según recuerdo dijiste que sabía como a comida de perro — el le dio un tirón a un mechon rosado del cabello de mi amiga — Y aun tengo curiosidad por saber cuando