Lucia
El disparo sigue resonando en mis oídos.
Mi respiración es un jadeo entrecortado, el corazón golpeando contra mi pecho con una violencia brutal. No sé quién ha sido herido.
Desde el suelo del jet, me incorporo bruscamente y me asomo por la ventana. El caos ha estallado en la pista de aterrizaje.
Hombres de la Bratva y de Dante se han dispersado, armas en mano, gritos de alerta rompen la noche y las luces de los reflectores iluminan la escena. Pero mi mirada solo busca una cosa.
Y entonces lo veo.
Esteban.
Mi cuerpo se paraliza por una fracción de segundo.
Él está ahí, de pie entre los soldados de la Bratva, con una pistola en la mano y una sonrisa cruel.
No puede ser.
Él no debería estar vivo.
Mi mente retrocede al instante. Dante lo había mandado a matar. Después de todo lo que hizo, después de haberme vendido a la mafia rusa como si fuera un objeto, después de haber tratado de matarme…
No hay forma de que haya sobrevivido. A menos que alguien lo haya dejado escapar.