Dante
El rugido del motor se apaga cuando llego a la mansión, y por primera vez en mucho tiempo, me quedo en el auto unos segundos antes de bajar.
Estoy agotado.
Los problemas se acumulan uno tras otro, cada vez más grandes, cada vez más jodidos.
Los rusos.
Vitelio.
El maldito senador corrupto que aún no he identificado.
Sofía y su supuesto acosador que parece no dejar ni una sola pista.
Y ahora, Lucía.
Cierro los ojos un momento, tratando de ordenar mis pensamientos. No he dejado de pensar en nuestra última discusión, en la forma en que me enfrentó, en cómo me desafió sin miedo.
"Creo que apenas me estoy dando cuenta de quién eres en realidad."
Su voz resuena en mi cabeza como un eco molesto y para empeorar la situación, tampoco puedo sacarme de la cabeza la mirada asustada y llena de dolor de Nico cuándo lo grité.
No voy a negar que estuve muy cerca de buscarlo después de aquello, pero ahora es el hijo de la mafia, debe aprender a ser fuerte.
O eso es lo que me repito en cada momento