Se separó de mi boca tan sólo un poco y habló entre jadeos, como si besarme le hubiese quitado el aliento.
- Necesitaba besarte… - aseguró, sin dejar de mirar hacia mis labios – al menos una vez más.
- No puedo quedarme aquí toda la noche – le dije, bajando la mirada, abochornada, mientras él se preocupaba por haber cometido un error conmigo – si sigo aquí contigo, terminaré cediendo al deseo – aclaré, haciendo que él volviese a prestar atención a mis labios, como si se le apeteciese la idea – Eso no es lo correcto, no ahora, Ali.
- Está bien – aseguró, mientras cogía su bata y me la cedía para que pudiese marcharme. Me l