Simón salió y se dirigió directamente a la universidad donde ella estaba buscando la papelería.
En la oscuridad de la noche, Ximena estaba parada bajo la débil luz de la lámpara, visiblemente inquieta.
Simón bajó del auto y se acercó a Ximena.
Al verlo, Ximena exclamó muy apresurada: —¡Amigo, has llegado!
—¿Qué está pasando? — frunció el ceño Simón.
Ximena respiró hondo y dijo: —A María la acompañaron los de la escuela.
—¿Por qué? —le preguntó él.
—Ayer al mediodía, estábamos comiendo en el comedor de la escuela y María encontró una cabeza de ratón en la comida, nos dio demasiado asco a los tres. Luego fuimos a hablar con el dueño del comedor, nos insultó terriblemente. Cuando volvimos, María presentó una queja ante la escuela y publicó las fotos en línea.
—¿Y luego qué? — preguntó muy ansioso Simón.
Ximena frunció el ceño y dijo con gran preocupación: —Esa misma noche, llegaron personas de la escuela y se llevaron a María, dijeron que estaban investigando el incidente de la comida con