Un sonido nítido de una hoja al salir de la vaina hizo que Selas y los demás miraran muy sorprendidos a Saulo.
—¿Qué estás haciendo? ¿Te has vuelto completamente loco? — exclamó Selas con asombro.
Rufino y Zenobio se levantaron alarmados de inmediato, desenvainando sus espadas directamente hacia Saulo.
—Suéltala, si te atreves a ofender al señor, serás el enemigo de todos en la familia—gritó Zenobio muy furioso.
Rufino habló con voz grave: —Saulo, suelta el arma de inmediato, o seré yo quien te mate primero.
Simón miró a Saulo con total indiferencia, sin decir una sola palabra.
En ese momento, Saulo parecía angustiado. —Sé que el señor ha salvado a nuestra familia y ha logrado grandes hazañas para ella, llevando a la familia Cordero por un gran camino de gloria sin precedentes.
—Entonces, ¿por qué haces esto? — exclamó Selas con total enojo.
Saulo, con las manos sujetando con fuerza la espada, miró a Simón y dijo: —Pero no puedo tolerar que alguien que no sea de la familia Cordero cont