La señora y su hijo, junto con su esposo, insistían en que el incidente fue causado claramente por Simón y exigían que asumiera la responsabilidad total.
Gustavo, a un lado, añadió: —Puedo dar fe de que están diciendo la verdad. Lo vi con mis propios ojos y, además, él está bajo sospecha de conducir ebrio.
El oficial de tráfico a cargo se llamaba Axel Racionero, y miró a Simón frunciendo el ceño: —¿Has estado bebiendo?
—Sí, bebí, pero no estaba conduciendo— respondió Simón.
En ese momento, Gustavo se acercó a Axel, le dijo algo en voz muy baja y luego ambos se apartaron para conversar por un largo tiempo antes de regresar al lugar del incidente.
Axel dijo entonces: —Estás bajo sospecha de conducir ebrio, ahora sométete a la prueba.
Diciendo esto, ordenó a uno de sus subordinados que sacara de inmediato el medidor de alcohol. Simón, con frialdad, dijo: —No he conducido, ¿por qué debería someterme a la prueba?
—Ya has desbloqueado el coche, y hay testigos que dicen que ya te subiste al c