El subdirector general, al escuchar esto, inmediatamente le dijo a Belén: —Has sido despedida, espera a recibir la notificación para hacer los respectivos trámites.
Belén se quedó atónita, no podía creer que la hubieran despedido de esa injusta manera.
Después de un momento, preguntó ansiosamente: —¿Por qué me despiden? No he hecho nada malo.
—Haber ofendido al señor Navarro ya es un gran grave error, — dijo Hermenegildo sin piedad.
Belén, llena de injusticias, se le llenaron los ojos de grandes lágrimas.
Habiendo pasado por tantas dificultades para convertirse en azafata y con la difícil situación económica que atravesaba su familia, donde sus padres estaban enfermos y tomaban medicamentos constantemente, no podía permitirse perder ese trabajo.
Mirando a Belén con injusticia, la mujer y el hombre de las gafas de sol sonrieron con total satisfacción.
Especialmente la mujer se burló fríamente: —Este es el destino de ofenderme, lo entiendes ahora, ¿verdad?
Belén, llena de tristeza, no se