—¿Quién eres tú? —preguntó Elara, su voz temblando ligeramente a pesar de su intento de mantener la calma.
—¿Por qué nos estás salvando? —añadió Marisabel, su mirada fija en la mujer con una mezcla por completo de confusión y desconfianza.
En una lujosa villa en Sombraqua, el ostentoso ambiente contrastaba con la tensión palpable entre las tres mujeres.
Elara y Marisabel observaban a la elegante figura frente a ellas, la mujer que, a primera vista, parecía una fuerte mezcla de sofisticación y misterio.
—Queridas, no se pongan nerviosas...
—Las he salvado simplemente para agradecerles por el hombre que las acompaña, y también deseo hacerme amiga de él y colaborar en algunos asuntos.
Constanza, vestida con un traje negro con una abertura y sosteniendo una copa de champán, se sentaba frente a Elara y Marisabel con una actitud bastante sensual y encantadora.
Cualquier hombre normal podría sentirse atraído por una mujer como Constanza, que combinaba inteligencia con una presencia seductora