Cuando el puño descendió, la presión aumentó de manera abrupta, el aire alrededor comenzó a solidificarse y Simón sintió que apenas podía levantar la espada en su mano.
Suspiró y activó su horno de energía espiritual, dejando que una poderosa corriente de energía espiritual ardiera con fuerza a su alrededor, liberándose de las ataduras gravitacionales.
Levantó la espada para bloquear el puño del hombre y luego realizó un giro muy sutil y misterioso con su espada, apuntando directo al cuello del hombre sin previo aviso.
Aprovechando la furiosa energía espiritual de Simón, el golpe fue extremadamente astuto y devastador.
El hombre cambió su expresión de inmediato y retrocedió varios metros de forma violenta.
Simón aprovechó la oportunidad para hablar: —Señor, no estoy aquí para pelear. ¿Podemos dejar esto?
Pero el hombre de repente estalló en risas muy salvajes: —Hace mucho tiempo que no encuentro un oponente digno. No importa cuál sea tu objetivo, simplemente vamos a pelear.
Dicho es