Dos hombres de mediana edad observaban con gran solemnidad el agua del estanque sagrado.
El anciano temblaba visiblemente, con la mirada muy opaca, como si estuviera a punto de morir en cualquier momento.
Después de un breve momento, el agua sagrada en el estanque comenzó a burbujear de repente.
Una poderosa fuerza invisible comenzó a ondular con suavidad a través del templo.
Los dos hombres de mediana edad se pusieron muy tensos, mientras que el anciano parecía estar medio dormido todavía.
Con el burbujeo del agua, un bebé comenzó a flotar gradualmente a la superficie, llorando de forma ruidosa.
Con cada llanto, el cuerpo del bebé creció de manera sorprendente hasta parecer tener unos tres años, y luego se detuvo.
El bebé flotaba en el agua, abriendo lentamente los ojos.
En ese preciso momento, uno de los hombres de mediana edad dijo: —Adalberto, bienvenido de regreso.
El rostro del bebé guardaba cierto parecido con Adalberto.
Miró a los tres hombres y luego salió del estanque sagrado