—¿Cómo está la situación en la frontera? — preguntó algo inquieto Simón.
Onofre respondió: —Hemos establecido puntos claves de refugio. Los creyentes que lograron escapar han sido trasladados a lugares seguros, pero gran cantidad de ellos han sido capturados o incluso asesinados.
—Es una verdadera barbaridad, — dijo Calista, con un halo de ira roja en su rostro.
Simón dijo con una voz muy grave: —Hilario.
—A sus órdenes, — respondió Hilario levantándose rápidamente.
Simón continuó con firmeza: —¿Cuántos hombres tienes en este momento?
—Además de mí y del vicecapitán Osvaldo, ambos en el pico del Reino Espiritual, tenemos tres en la etapa inicial del Reino Espiritual y treinta miembros de la Guardia de la Enseñanza del Reino del Qi, — informó muy atento Hilario.
Simón afirmó y ordenó: —Ve de inmediato a la frontera para recibir a nuestros creyentes. Una vez que crucen la línea fronteriza, cualquier intento de perseguirlos será castigado severamente sin contemplaciones.
—Así será.
Hilari