Capítulo 1238
En ese momento, Prudencio ya tenía en sus manos un enorme martillo de guerra, con grandes llamas de energía espiritual ardiendo intensamente en el mango, y runas fluyendo como si tuvieran vida propia. Todo el salón parecía por completo intimidado por esa abrumadora presencia, el aire se sentía muy denso y parecía que los corazones de todos habían dejado en ese instante de latir.

Mientras todos estaban aterrorizados, el enorme martillo de Prudencio cayó de repente, aplastando con fuerza desde el aire. Gustin, que estaba arrodillado, no tuvo tiempo siquiera de reaccionar antes de ser destrozado en mil pedazos, convirtiéndose así en una nube de sangre. Su feroz grito agonizante se extinguió en el aire antes de salir de su boca.

Adelmo, Yandel y los demás presenciaron la dantesca escena, y quedaron aterrados, gritando desesperadamente y llorando sin control. Prudencio soltó una risa muy fría y blandió con furia el martillo de nuevo, haciendo que Adelmo y Yandel también se convirtieran en n
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