Capítulo 1184
Simón sonrió con malicia: —Seguro que alguien va a tener graves problemas, pero quién exactamente es, no está claro.

—Chico, te advierto, no te metas en problemas. Ser rico no significa que puedas enfrentarte a los poderosos. No entiendes esa lección, ¿verdad? — Cástor dijo con desagrado.

Simón se encogió de hombros sin decir nada.

En ese momento, Adelaida llegó con un grupo grande de ancianos.

Simón los observó en completo silencio.

Cuando llegaron al borde del puente, comenzaron a gritar frenéticamente: —¡Abre la puerta! ¡Si no, la romperemos!

—Sí, ¿aún no entienden nuestra fuerza? ¡Tenemos que desmantelar este lugar antes de que nos rindamos!

—¡Abre la puerta de inmediato y danos las llaves, o nos pondremos serios!

Bajo el liderazgo de Adelaida, el grupo era extremadamente arrogante y no tomaba en serio a Pedro y los demás.

Simón los miró en absoluto silencio, dejando escapar una ligera risa muy fría.

Cástor miró a Simón fijamente y dijo: —Sería mejor que les dieras lo que quieren.
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