—Estoy bien.
Simón negó con la cabeza. Esa serpiente humana era demasiado débil, solo tenía ventaja en número. Tras decir esto, Simón giró y continuó tranquilo caminando hacia adelante. Tercero lo siguió de cerca, y ambos siguieron su camino hacia las profundidades del Valle de los Sueños Perdidos.
Lo que les pareció algo extraño a ambos fue que, durante los siguientes treinta minutos, caminaron una gran distancia, pero no encontraron ninguna serpiente humana ni otras criaturas.
Simón comenzó a preguntarse por qué. Si el discípulo del guerrero de la luz realmente había abierto un portal hacia otro espacio-tiempo, quizás, solo unas cuantas cientos de serpientes humanas llegaran de allí. ¿Acaso había cerrado el portal a tiempo después de abrirlo?
Simón y Tercero continuaron avanzando. Apenas dieron unos pasos, cuando de repente, desde lo profundo del valle, se oyó un aullido de lobo.
—¡Auuuuu…!
—¿Un lobo?
Simón y Tercero se miraron asombrados. Ambos sintieron una premonición de mala suer