—Alex —dije, mi voz asumiendo un tono más serio y directo—. Eres un traidor y un idiota, eso es verdad. Pero al menos no eres un criminal. Deberías alejarte de ella ahora, mientras todavía puedes, si no quieres terminar comprometido con la justicia también. Porque cuando toda esta historia salga a la luz, y va a salir, no vas a querer estar asociado a nada de esto.
Alex asintió lentamente, como si finalmente estuviera despertando de una larga pesadilla que lo había mantenido atrapado por demasiado tiempo.
—Tienes razón —murmuró, su voz casi inaudible—. Sé que tienes razón. Solo... todavía no entiendo por qué sigo aquí. Por qué todavía me importa lo que le pase después de todo.
—Porque eres patético —respondí fríamente—. No puedes aceptar que ella nunca te amó, que tiraste a la basura nuestra relación por culpa de una sociópata, sería admitir que destruiste todo por nada. ¿Y sabes qué? Tampoco te tengo lástima. Échale la culpa a quien quieras, la decisión igual fue tuya.
Entonces, s