La tensión en el ambiente era tan fuerte que casi parecía física. El calor invadía el rostro de Lara mientras Waylon intentaba mantener el autocontrol y calculaba la larga ducha fría que tendría que tomar después de esa conversación.
Sin embargo, se encontró posando sus dedos sobre el brazo de ella y, si apartar la vista de sus ojos, comenzó a subir desde su mano muy lentamente solo con el roce delicado de las puntas de sus dedos sobre su piel, que adoptaba otra temperatura y comenzaba a elevarse.
Ella no pudo evitar que su respiración se entrecortara y el subir y bajar de su pecho atentara con delatarla. Como si él no lo hubiera descubierto ya.
Las puntas de los dedos recorrieron su hombro muy despacio, haciendo que la sensación de urgencia se volviera más desesperante, mientras Waylon se tomaba su tiempo para dibujar la clavícula y detenerse unos segundos justo en el hoyuelo antes de subir por su cuello hasta su barbilla.
— Insisto en que tenemos que delimitar los alcances de nuestr