— No dejaré que le hagas daño a Walter, ¡No te lo permitiré! — Lara chilló con impotencia levantándose del suelo y acercándose a Walter para tomarlo de la mano y llevarlo fuera de la habitación, pero Rowdy fue más rápido que ella y se abalanzó sobre la chica forcejeando con ella.
— Suéltame, Rowdy, ¡Suéltame ya! — Lara luchó contra sus fuertes brazos, parecía que hacía un siglo se había acurrucado en ellos ilusionada y pensando que era el hombre más maravilloso del mundo, pero ese velo que cubría sus ojos y le impedía ver lo que realmente él era, se había corrido de tal forma, que nunca más volvería a creer que latía un corazón humano bajo toda esa arrogancia y maldad.
¿Cómo era posible que un hijo que tenía tanto que agradecer al hombre que le había dado todo, ahora le pagara con esa moneda?
Esto simplemente no cabía en la cabeza de la rubia que continuaba dándole puños y rodillazos para sacárselo de encima con todas sus fuerzas, mientras una idea espeluznante corrió por su cabeza: “