Waylon se inclinó con rapidez y levantó a Lara en vilo como si no pasara nada. Corrió con ella en brazos llevándola hasta dentro de la casa mientras gritaba a Susan para que llamara a un médico. Por suerte, dentro de los presentes había un par de galenos que se ofrecieron a prestar sus servicios de inmediato para atender a la rubia que permanecía desvanecida desde hacía un buen rato.
— Necesito que haga que despierte, ¡Doctor, por favor! — Waylon le dijo a uno de ellos con el bendito en la boca.
El hombre la auscultó de forma general y determinó que necesitaba hidratación y algo para subir su presión arterial.
— ¡Teaigame esto! — El hombre le dió una pequeña lista de insumos médicos y Waylon mandó por ellos, no tardaron mucho en llegar.
Lara abrió los ojos con lentitud, la luz le molestaba y la cabeza parecía que iba a abrirsele en dos.
— ¿En dónde estoy? — Preguntó con voz apagada.
— En nuestra habitación, cariño, tranquila, ¡Te prometo que me encargaré de todo! — él le aseguró toman