SARAH PIERCE
Tras salir de ese almuerzo infernal, Raya y yo nos relajamos en la habitación, viendo animaciones. Me quedé dormida admirando las emociones en sus ojos infantiles, mientras los maravillosos colores de la pantalla la intrigaban.
No sabía que iba a dormir durante tanto tiempo.
Cuando me desperté, ya era de día, Raya estaba de pie al pie de la cama, sus pequeñas manos luchando con su cepillo de dientes vacío.
"Ajá..." Pasar dos noches en un lugar elegante y tranquilo es sin duda la receta que necesitaba para aliviar el cansancio agobiante que llevo cargando meses. Ojalá pudiera quedarme aquí para siempre. "Raya", le grité a mi bebé. "No tiene pasta de dientes".
—Tú… —Hizo un puchero—. Duermes mucho, mami.
"Sí." Me arrastré hacia ella y recogí el cepillo. "Debería haberme despertado antes." Empecé a buscar mi teléfono con la mirada. "Para que mi bebé pudiera cepillarse y bañarse." Encontré el teléfono en el suelo. Debí haberle dado una patada mientras dormía. Me agaché para r