Todo cambia y nos envuelve
Amelia
Me quedo como ida, mientras sus ojos hacen un escrutinio sobre mi rostro. Es como si el hombre delante de mí no fuera el mismo con el que me casé. ¿Qué cambió? ¿Qué fue lo que pasó antes de que yo llegara? Todo en él ha cambiado, su forma de mirarme, de hablarme, de referirse a mí, sin matices irónicos al llamarme su esposa y ahora de la nada me suelta la posibilidad de vivir en su casa.
Además, ese beso. Fue el mejor del mundo, es la primera vez que me besa de ese modo, se sintió sutil y posesivo al mismo tiempo, como si no solo deseara mi cuerpo, sino también mi alma. Me besó como si estuviera enamorado de mí, algo que es completamente ilógico e irracional, no obstante, su cambio hacia mí es evidente y aterrador.
No quiero pensar que hay algo más