La luz de tus ojos, es todo lo que anhelo.
Sebastián
Mi teléfono no para de vibrar con llamadas y mensajes de Anastasia. No he querido responder a ninguno de sus intentos, pero sé que está demente y es capaz de hacer cualquier locura con tal de llamar mi atención. Lo único que me preocupa es que involucre a Max en esas locuras. Leo el último mensaje que me envió, dice que Max quiere verme, que pregunta por qué no he ido, que falté a mi promesa.
La verdad es que si quiero ir a estar con él, compartir un momento con mi hijo, pero también quiero estar aquí, necesito estar aquí para cuando Amelia despierte. Demostrarle que ella es importante para mí, que no existe otra mujer en mi vida. Que solo le pertenezco a ella.
—Miras ese aparato como si fuera un demonio que te está absorbiendo el alma —alzo la vista hacia Oliver, que está tumbado en una cómoda cama de hospital.
Han pasado un poco más de cuarenta y ocho horas de las setenta y dos que dijo Callahan y hasta el momento, Amelia ha respon