Habiendo pronunciado su comentario, se echó a reír.
Sin embargo, Heather no respondió con risas. En cambio, lo miró entrecerrando los ojos, desconcertada por su afirmación:
—No entré a la habitación de al lado. Hay una pared y no puedo pasarla.
Ralph permaneció en silencio, pensando:
—¿De qué cueva vino?
He oído que la familia Riggs vivía en una isla y había estado aislada de la sociedad durante muchos años. ¿Será esta la razón de su falta de humor?
Maldiciendo en silencio, Ralph no pudo mostrarlo abiertamente, así que continuó: —Sí, tienes razón. No hay forma de entrar a la habitación de al lado. Soy un tonto y solo digo tonterías.
Al observar su comportamiento, Heather susurró:
—No eres estúpido.
Aunque dichas en voz baja, estas palabras llegaron a oídos de Ralph, deleitándolo instantáneamente:
—Heather, ¿qué impresión tienes de mí? ¿Qué piensas de mí?
Ella frunció los labios y luego se mordió ligeramente el labio inferior sin dar respuesta. Ralph no estab