41.

Llegamos al sitio en cuestión, era un bar muy elegante. No podía creer que fuera el manto de tan horrible negocio, Antuan me pidió que actuara como confundida, ya que le haría creer al proxeneta que había venido engañada pensando que trabajaría como camarera o mesera. Al bajarnos del taxi sentí mis piernas flaquear, no podía estar más nerviosa. Respiré profundo y le di un asentimiento a Antuan de que estaba lista, él tomó aire y camino a mi lado hasta la entrada. Donde había un guardia de seguridad, al decirle el nombre de a quien buscábamos nos dejó pasar. Enterré mis uñas en la palma de mi mano, era la única manera de relajarme. Caminamos al interior del lugar, tenía una pista enorme de baile, un escenario donde había chicas bailando sobre tubos y telas, una gran y muy bien iluminada barra, mesas con asientos, algunos sofás y chi

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