Al no tener como defenderme para no verme tan avergonzada y tímida, me dispongo a colocarme el cinturón de seguridad con manos temblorosas y mirar al frente para no enfrentar a mi jefe, por lo menos, no visualmente.
— ¿Entonces?— No es nada, Taddeo. — responde mi jefe a la pregunta de Taddeo, para después encender el auto.Taddeo no hace más preguntas, por lo que, suspiro aliviada, para después, implorar porque algo incomodo o vergonzoso no suceda el día de hoy.‘La visita a la empresa con Taddeo aquella vez, no fue muy agradable. Espero que esta no sea así.’ me digo mentalmente.el auto avanza y justo cuando la gran puerta se abre. Varios autos nos esperan y escoltan hasta la empresa. Aunque no hay un solo periodista, nadie se acerca a nosotros a excepción de los autos que nos protegen, por lo que, me siento un poco más cómoda.— Los period