Sonriendo, recibo los alimentos de los dos hombres que están causando que una mujer esté a punto de hacer erupción. Pero, a ellos no les importa, después de todo, es justamente lo que ellos quieren.
— También debes comer, Taddeo. — digo tomando un cubierto y llenándolo de la comida en su plato.Taddeo de inmediato, abre la boca esperando que le dé la comida y sonríe mientras mastica, viéndose adorable. — Rico — dice Taddeo y yo asiento.— Esta muy rico, es verdad. — digo.— A padre. — dice Taddeo y yo trago duro al saber a qué se refiere, por lo que, me giro para darle un poco de la comida al hombre que como su hijo, abre la boca. Intentando calmar mi nerviosismo, acerco el utensilio con comida a su boca y este imita a su hijo sonriéndome. — No sé si es la comida que esta rica o quien me l