No sé si te mataré ahora... o más tarde. (II)
- ¿Por qué diablos no fuiste a North B.?
- Porque no me creíste.
- Barbara... Tenía que asegurarme de no ser injusto.
- ¿Y desde cuándo te preocupas por las injusticias, Héctor?
- Desde que te conocí.
Me quedé quieto, las palabras se atascaron en mi garganta mientras mi cuerpo comenzaba a temblar involuntariamente. Decir que no me gustaba era mentirme mesa...
- Apenas nos conocemos. Dije, casi sin voz.
- Déjame conocerte mejor entonces.
- Esto no va a funcionar y lo sabes, Héctor.
- No te estoy pidiendo que te cases conmigo.
- Lo sé... Se va a casar con otra persona. Tomé su mano y le mostré el anillo en mi dedo. “Eso es una señal de compromiso… Un maldito anillo que le confirma al mundo que tienes a alguien. ¿Cómo puedes ser tan engreído? Ni hablar de la rubia en medio del pole dance, que se llama “Cindy”. Siempre pensé que a Cindy la llamaban prostituta.
Se rió con desdén:
- ¿Incluso juzgas a las personas por su nombre ahora?
- Al igual que me hiciste a mí... Me juzgaste por nada.
-