42. Él no es culpable
—¡Detente! Si sigues, ella morirá —gritó el Rey.
—Es mejor eso que permitir que nos mate a todos —respondió la Reina, fría pero decidida.
El Rey sintió una punzada en el pecho. Conocía la verdad, y dolía escuchar a su esposa preferir sacrificar a su hija antes que arriesgar la ciudad. Estuvo a punto de revelar todo, pero André se adelantó.
—No será suficiente. Esa barrera solo hará la explosión más poderosa. Debemos hacer otra cosa.
Héctor y André idearon un plan. Con ayuda de la Reina, llegaron hasta Serena. Usaron hechizos de contención para estabilizar su flujo mágico, mientras intentaban comunicarse con ella.
—Serena, mírame, soy Héctor —dijo él, colocándose frente a ella—. Ya todo terminó. No tienes que seguir peleando.
Ella parecía atrapada en un trance profundo. No reaccionaba a sus voces. Poco a poco, una capa de hielo comenzó a envolverla, formando un capullo mágico. Matías se acercó corriendo.
—Si el capullo se completa, no habrá forma de detener la explosión —advirtió.
Inten