Al escuchar su respuesta Tristán se acercó a ella, le colocó el anillo en su dedo anular después la abrazó tiernamente, la atrajo a su cuerpo, la besó apasionadamente y poco a poco la llevo a la cama.
Annette a pesar que siempre tuvo miedo a ese momento ahora estaba tranquila, confiaba en Tristán, sabía que él no le haría ningún daño y tan solo se dejó llevar por él, por la pasión y el deseo.
A eso de las cinco de la mañana, sintió los labios de Tristán en los suyos, estaba un poco confundida, no sabía dónde se encontraba cuando abrió los ojos, pero poco a poco se recordó.
- ¿Qué horas son? – preguntó sentándose en la cama de sábanas de seda.
- Las cinco, debes bajar a tu cuarto antes de que el sol salga.
- ¿Y tú?
- Yo me quedaré un momento debo limpiar el tiradero que dejamos – respondió burlón – ve de una vez… - Annette aceptó intentando ponerse de pie, se sintió un poco avergonzada al recordar lo que ayer había pasado y ver el vestido rojo tirado a un lado del cuarto la puso peor,