"¿En qué diablos te metiste, Isa?" Caleb acababa de escuchar toda la situación en la que se encontraba su amigo y estaba muy enojado e infeliz. "Parece que Gabriel va a acabar contigo a toda costa".
Isabella estiró la pierna sobre el sofá de cuero rojo. "No tengo idea de qué hacer", respondió. Una burla vino de Caleb en respuesta. "¿Qué?"
"¿Qué diablos quieres decir con que no tienes idea de qué hacer? Es muy obvio, Isabella".
Isabella entendió de lo que Caleb estaba hablando al instante. Con los hombros ligeramente caídos, dijo: "No creo que esté lista para otra vida marital".
La expresión de su rostro pareció angustiar a Caleb, cuya mirada se posó en ella, sus ojos brillaban con la necesidad de calmarla dándole un simple abrazo.
"Isabella, en este punto, debes tener cuidado con las decisiones que tomas. Necesitas protección del hombre que acabas de dejar y créeme, la próxima vez que reciba una carta, no quiero que sea tu sangre en ella".
"Entonces", suspiró Isabella profundamente mi