—Toma. —Levanté la mirada del suelo y miré a Colm, quien me tendía un enorme vaso lleno de un líquido que no era mi preciado alimento —Esto calmará tu hambre.
— ¿Cómo sabes que...?
—Tus colmillos están mordiendo su labio desde hace cinco minutos. Anda, bebe un sorbo. —Me instó interrumpiendo mi pregunta.
— ¿Qué es?—Entrecerré los ojos, sentándome en la isla de la cocina en la mansión de Cedric.
—Malteada de chocolate con sangre de conejo, está deliciosa.
Hice una mueca y bebí de la pajilla, inundando así mi boca con el explosivo sabor del chocolate amargo con el dulce sabor de la sangre. Me terminé la malteada en un minuto, o menos.
—Deliciosa. —Jadeé, devolviéndole el vaso.
—Te lo dije.
Las luces parpadearon y pronto s