Regresé a la mansión el lunes, feliz por haber pasado dos días con Kujo. Y tres días después llegaron los dos últimos Cazadores, en una de sus típicas camionetas negras de alquiler. Ya era casi hora de la cena, así que los envié a dejar sus cosas y saludar a los Blotter mientras yo terminaba de cocinar y poner la mesa.
Cuando se me unieron en la cocina, me di cuenta enseguida que se sentían incómodos conmigo. Como si no supieran bien qué decir y qué no.
—Permítanme aclarar algo —dije, trayendo el pan de carne a la mesa. Me senté con ellos y hablé mientras les servía—. Sí, Bran y yo rompimos. Sí, todavía siento algo por él. Pero puedo escuchar su nombre y hasta hablar de él de una manera mínimamente racional sin sufrir una crisis nerviosa —sonreí—. Qué hacerle. Son cosas que pasan.
—Son cosas que pasan —repitió Ted alzando su cerveza.
Y brindamos los tres por las cosas que pasan. Cenamos hablando de los lugares que estaban investigando para su primera temp