Brianna
Lo primero que hago al despertar, como lo he hecho en las últimas cuatro semanas, es bufar por lo mucho que detesto que Dante no esté en la cama. A mi lado. No ha dormido junto a mí por tres semanas y eso no me gusta. Lo veo cuando le llevo el desayuno antes de irme a la empresa o al llevarle la cena cada noche al regresar, porque ni siquiera hace eso ya. Sé que debo tener paciencia y que soy una mujer independiente que no necesita de un hombre para ser feliz o ser funcional, pero es mi esposo y lo extraño.
Resignada, me levanto y me pongo ropa de ejercicio para bajar al gimnasio del edificio. Debo seguir con mi rutina y esperar a que termine este tiempo y al fin se desocupe de sus labores enfermizas.
—Buen día, vecina —saluda Christopher Callaghan, cuando me ve entrar al muy completo gimnasio, y sonrío cordial.
Christopher es uno de los pocos amigos que ti