Dante
Lo primero que noté al despertar, aparte de sentirme como si hubieran extraído toda la energía vital de mi cuerpo, culpen a mi esposa, es que ella no estaba en la cama junto a mí, como siempre, con ese candente cuerpo listo para mí. Tomo mi teléfono mientras me dejo caer sobre el sofá de la sala con un café en la mano y subo mis pies a la mesa de centro antes de llamarla sin más espera, cuando he confirmado que no está en el apartamento.
—¿Sabes cuan divertido es despertar deseando hacerle el amor a tu mujer y encontrarte con la cama vacía? —hablo una vez escucho su voz.
Ella ríe y eso es suficiente para considerar este como un buen inicio de día.
—No lo sé, a decir verdad. No tengo mujer, pero sí un marido algo perezoso.
—Que graciosa. Me utilizas durante toda la noche y ahora te bu