Lo que pasa en el baño se queda en...

Nebraska intentaba enfocar la silueta del plato con pedazos de carne y fruta muy apetecibles, con desconfianza. Si algo había aprendido en los años que estuvo reclusa era que no debía aceptar comida a menos que supiera su procedencia. No habría sido una, las veces que habían drogado su cena para hacerla entrar en celo y forzarla a tener hijos. Como se dice, la tercera era la vencida y después de la segunda vez se había reusado a comer.

Ahí vinieron las inyecciones tan dolorosas que habían dejado marcas en su cuello. Cuando Rudoc quería algo, era difícil que no lo consiguiera.

-Tendremos que cortarlo- la voz de Sara a su espalda la sacó que sus pensamientos

-¿Qué?-

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