"Aunque el Amo Alex te perdone, yo no podría dejar ir a una mujer como tú, porque nos has avergonzado a nosotras como mujeres".

Aunque Alex estaba sorprendido por las palabras despiadadas, Jane no respondió. Durante las dos noches y un día que había pasado en la mansión de Huron, sufrió las torturas de las seis mujeres que le pertenecían a Huron y, en muchos sentidos, eran más creativas que él cuando se trataba de torturarla. Ellas la hicieron arrodillarse en el suelo para masajearles las piernas. También le pellizcaron y retorcieron los brazos. La mayor, Orla Parkinson, era la peor de todas. Anteayer, tomó unas tenazas afiladas y las apretó contra la pierna rota de Jane cuando nadie estaba pendiente durante el día.

El dolor fue tan insoportable que Jane cayó al suelo llorando, pero Orla le pisó el cabello y dijo: "Mujer, mi hombre y Cindy han ordenado que te mantengan con vida e ilesa porque tu cuerpo debe ser preservado para que el Señor Poole te corte pieza por pieza. Sin embargo,