74 El tesoro más valioso.

En la mañana Lorenna aún seguía dormida, de pronto sintió que tocaron su naríz, abrió los ojos, era Fabrizio, la estaba mirando con una sonrisa y se sentó a su lado.

—¿Cómo amaneció la bella durmiente? —Lorenna sonrió y le tocó el rostro con ternura.

—Amanecí como una mujer recién casada y enamorada. —Fabrizio besó su mano y le dijo:

—Quiero que tengamos una boda por todo lo alto como te mereces, no me gustó tu cara cuando nos casamos. —Lorenna lo miró tiernamente.

—Ese día no tenía esperanzas con este matrimonio.

—¿Y ahora?

—Si, necesitamos esa gran boda, aún nos falta que el padre nos eche la bendición.

—Si. Hoy quiero que me acompañes a Mérida, iremos en avioneta. —Ella se sentó.

—¿Y eso?

—Estamos invitados a la finca de un socio, pasaremos allí el día.

—Me han dicho que es un lugar hermoso.

—Si, con montañas y con el clima frío.

—Entonces voy a alistarme.

—Te espero abajo para desayunar juntos.

Mariangel amaneció tumbada sobre la alfombra de su habitación, no había dormido en toda
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