75. Se acabó
Abigail
Me siento muy cansada.
Lentamente empiezo a abrir los ojos y la luz de la habitación me ciega por un instante haciendo muy difícil mantenerlos abiertos.
Cuando por fin consigo acostumbrarme, parpadeo repetidas veces y empiezo a mirar el lugar en el que estoy descubriendo que es una habitación de hospital.
—¡Abi!
Giro hacia donde proviene la voz y un dolor punzante atraviesa mi cabeza y al tocar me doy cuenta que lleva una venda y lo que se siente como puntos debajo.
—¿Mamá? — digo, viendo a mi madre acercarse con ojos muy rojos e hinchados hacia mi— ¿Qué ha pasado, mami?
Mi madre deja salir un sollozo al escucharme y eso de inmediato hace que me coloque alerta.
—¿Abi, hija, no recuerdas nada de lo sucedido en la casa?
Frunzo el ceño y hago un esfuerzo por entender de qué me habla y es ahí cuando a cuenta gotas los recuerdos comienzan a llegar a mi mente: el operativo, la llamada, los disparos, Esteban tomandome de rehén…
—¡Mi bebé!— grito y llevo mis manos de inmediato a mi