CAPÍTULO 63
Luana Davis
- ¿No te bajas? ¡Este es el final del autobús! - dijo el revisor.
- ¿Puedo volver con usted? - le pregunté.
- ¡Estamos a punto de recoger, señorita! Es la quinta vez que hace el mismo recorrido, ¿se encuentra bien? ¿Tiene que ir a algún sitio, por casualidad? - Preguntó ella.
- ¿Yo? No lo sé... ¡pero entonces me bajo! No te molestaré en el trabajo. - Me enderecé para bajarme, ya me dolía la espalda, de lo mal que estaba en el banco, ¡pero no quería ver a nadie!
- ¡Buena suerte, señorita! - dijo, y yo asentí desanimada y bajé.
Prácticamente no había comido nada en todo el día, sólo por la mañana el café que me sirvió Edineide. En el restaurante ni siquiera pude comer, y ya era el tercer autobús en el que me cambiaba.
Así que cuando me bajé, localicé un merendero y fui a comer algo. Me di cuenta de que estaba en un barrio cercano a mi antigua casa, así que después de comer pedí una solicitud de coche y me dirigí al