Al día siguiente, Elsa ingresó a la habitación de Anthony. Myriam se había quedado dormida, a un lado de su hijo.
—Despierta —susurró bajito para no despertar al niño.
Myriam parpadeó, y abrió sus ojos con lentitud, se incorporó de golpe, pensando que algo había pasado con su hijo, pero luego el corazón volvió a la calma al verlo a su lado.
—¿Qué ocurre? —indagó tallando sus ojos.
—El donante es compatible con Anthony, tiene su mismo ADN, encontramos al padre de tu hijo.
De los ojos de Myriam una gran cantidad de lágrimas brotaron.
—Gracias a Dios —expresó—, pero… Va a donar su médula —cuestionó con voz temblorosa.
—Al parecer escogimos bien, es un hombre sano, y está dispuesto a salvarle la vida a Tony, hoy en la tarde se realizará el procedimiento.
—¿En serio? —cuestionó, y la mirada se iluminó—, ese hombre es un ángel —expresó, y abrazó a Elsa.
—Debemos preparar todo para el procedimiento, ve a casa, báñate, come algo y vuelve, yo me quedo con Anthony.
Myriam be