Casada con el millonario
Casada con el millonario
Por: Cassandra L.
CAPÍTULO 1

El sonido de un móvil me hace fruncir el ceño. Me remuevo en la cama y choco con un pecho desnudo.

—Lucas, apágalo —murmuro somnolienta.

—Me llamo Damián —susurra la voz a mi lado.

Abro los ojos y ahogo un grito cuando me encuentro con los ojos azules de un desconocido.

Está sobre su espalda en vaqueros y el torso desnudo.

Miro mi cuerpo para respirar de alivio al verme vestida.

—¿Qué sucedió? ¿Quién eres tú? —susurro a punto de entrar en pánico.

Entonces todo lo sucedido anoche me golpea.

El concierto de Lucas.

Los periodistas.

Lucas, mi prometido diciendo que no puede casarse.

El mismo confesando que no me ama y que quiere a Lena, su asistente.

El bar.

¡Joder! El bar.

Algunas imágenes dentro del bar vienen a mi mente.

—¡¿Qué coño me diste?! —grito y este hace una mueca de dolor antes de agarrarse la cabeza.

—Más bien ¿Qué me hiciste tú? —gruñe sentándose en la cama.

Niega.

Resopla.

El sonido de un móvil es persistente. Esté, alarga la mano y atiende sin ver quién es.

Escucha con atención y mientras pasan los segundos sus ojos se abren más y sus facciones pasan de la incredulidad al enojo.

Por último palidece.

—Estaré allí esta tarde—gruñe antes de colgar y comenzar a maldecir.

Me fulmina con la mirada.

—¿Eres la prometida de Lucas Jones? — Pregunta levantándose de la cama como una bala.

Lo miro con sorpresa y lo admito, algo de temor.

—¿Cómo sabes que…?

—Acabo de hundir mi carrera —me corta— ¡Es un maldito escándalo!

Camina de un lado al otro.

— ¡Mierda!

—No estoy entendiendo, ¿Qué hicimos?

No me contesta de inmediato. Si no que busca en su móvil antes de arrojarlo a la cama.

—Eso fue lo que hicimos.

Con cierto temor, tomo el móvil para ver con horror la noticia de una página amarillista de chismes.

El actor del momento Damián Anderson y la prometida del cantante de pop Lucas Jones. Se unen en matrimonio.

Es el pie de foto de una imagen de Damián y yo dándonos un beso.

Siento la bilis subir por mi garganta.

¡Tiene que ser una puta broma!

Arrojo el teléfono en la cama y corro a la puerta más cercana vaciando mi estómago en el inodoro.

¡Joder!

Esto debe ser una pesadilla.

Desde atrás, siento como ponen una toalla fría en mi cuello.

—Necesitamos hablar muy seriamente de lo que sucedió anoche —escucho la voz seria de Damián.

Cierro los ojos y busco entre mis recuerdos del bar solo para encontrarlos incompletos.

Flashback.

El taxi recorre las principales calles atestadas de personas que van de un lugar a otro.

Veo como un grupo de chicas avanza por la acera.

Una lleva una banda que dice Novia y una sonrisa triste se filtra en mis labios.

Cuando seguí a Lucas dejé todo atrás.

Padres.

Amigo.

Sueños.

Quise darle mi apoyo al mil por ciento. A pesar de que mi madre me advirtió que estaba actuando de manera irracional al dejar todo por un hombre. Pensé que exageraba, pero ahora, la triste realidad me muestra su fea cara.

¿Cómo no me di cuenta de que Lucas ya no estaba conmigo? El amor que decía tenerme murió para dar paso a la conveniencia de su imagen, mientras a mis espaldas se acostaba con Lena.

¡Hijo de perra!

Resoplo.

Mi mirada va al dedo, donde hasta hace unos minutos descansaba el anillo de compromiso que Lucas me había dado el día de nuestro aniversario.

El taxi se detiene para que los transeúntes que abarrotan las calles pasen. Me da la oportunidad de mirar alrededor. Todo en las vegas es ostentoso y brillante.

Una parte de mí sabe que tengo que ir al hotel por mis cosas y la otra lo piensa, ya que no quiero ver a Lucas.

Cierro los ojos un momento antes de mirar al frente.

—Aquí me bajo—anuncio—Gracias—digo antes de tenderle dinero que saco de mi escote. Aprovecho para sacar mi móvil y veo los cientos de llamadas perdidas de Lucas, el traidor.

Apago el móvil.

Que se joda.

Avanzo y me detengo frente a una vitrina y estudio mi aspecto. Mis ojos marrones llevan suficiente maquillaje y mi cabello rubio está arreglado en una cola alta acentuando mis facciones. Llevo un vestido plateado corto y tacones negros de finas tiras haciéndome ver más estilizada.

Mi cuerpo delgado, debido a la dieta de los últimos ocho meses, puede notarse. Había decidido que me vería espectacular en mi boda y trabaje en verme como quería.

Antes de eso, mi cuerpo era curvilíneo.

Bueno, mi trasero parece no querer tener un aspecto más discreto.

¿De qué me sirvió matarme tanto por alguien más que no fuera por mí?

Le di todo lo que tenía a Lucas y, ¿Para qué?

—Me sirvió para una mierda—susurro mirando mi reflejo.

Suspiro sintiéndome agotada de todo y camino hasta toparme con un club. Está abarrotado y la fila es larga, pero como he aprendido en el tiempo que he estado fuera, sé cómo lograr entrar.

Necesito un trago o dos.

Me abro paso al frente y el guardia de seguridad me estudia con detenimiento. Su mirada se posa en mi escote y le guiño descarada. Este me sonríe y se hace a un lado para dejarme pasar.

—Gracias. Guapo —susurro pasando a su lado ignorando las protestas del resto.

Cuando entro, la música y las diferentes luces me golpean. La música de David Guetta suena a toda potencia y los cuerpos se mueven en la pista mientras la bebida fluye sin problemas.

Ignoro las miradas y me abro paso hasta la barra.

—Hola hermosa —se acerca un barista moreno, alto y guapo —¿Qué te sirvo?

—Al viejo tequila—digo sin más. A mi lado, dejan un banco libre y me instalo allí.

Dejo un billete en la barra y este lo toma a la vez que me sirve el Shot.

—Hola preciosa —dice una voz a mi lado —¿Quieres compañía?

—Piérdete —digo sin siquiera mirarlo.

Me tomo el shot y pido otro.

Bebo uno tras otro, sin prestar atención a las personas a mi alrededor. Cuando me siento mejor, me pongo de pie y me voy a la pista. La oscuridad de la misma me permite perderme en mi mundo.

A la m****a Lucas.

A la m****a todos.

Me entrego a la música y disfruto lo que me hace sentir.

De la nada, siento un cuerpo que se paga desde atrás. Sigo bailando y marco algo de distancia, pero las manos masculinas me toman por la cintura y me pegan más

—¡Oye! —digo enojada alejándome—No te pases.

Me doy la vuelta y encuentro a un hombre que parece un oso. Tiene el cabello largo y barba. Es enorme. Sus ojos me recorren de forma lasciva.

—Podemos divertirnos un rato— murmura antes de pegarme de mala manera a su cuerpo y comenzar a moverse de manera obscena.

—¡Suéltame idiota! — grito encima de la música y le doy un certero golpe a las bolas con mi rodilla.

El hombre me libera para inclinarse y maldecir.

—Eres una m*****a perra—sisea alargando la mano— ¡Te voy a matar!

Doy un paso hacia atrás y me tropiezo con otro cuerpo. Más específico, con el pecho. Unas manos me toman de los hombros de forma gentil y me hacen a un lado.

—La señorita te dijo que no está interesada— gruñe— Lárgate de aquí antes de que te la corte y te la haga tragar.

La voz es ronca y percibo la furia.

Miro con sorpresa como dos hombres salen de en medio de la multitud y lo sacan arrastras de la pista.

Las personas alrededor miran la escena con sorpresa y otros con curiosidad.

—Gracias—murmuro dando un paso para alejarme del hombre que me acaba de salvar el culo de un idiota.

Doy la vuelta y lo enfrento.

El hombre es alto. Casi igual de alto que el oso de hace un momento, su cabello castaño está perfectamente cortado y sus ojos azules me miran divertidos. Lleva vaqueros, una camisa blanca y encima una chaqueta que le da un look despreocupado.

Su rostro me parece conocido, pero no sé de dónde.

—¿Estás bien, ángel? —murmura con una sonrisa boba. Lo que me hace dar cuenta que está algo borracho también.

Ángel.

¿De verdad?

—Mi nombre es Cara. No ángel —bufo—Gracias por la intervención—digo antes de comenzar a alejarme.

—Oye. No quería enfadarte—dice desde atrás siguiéndome.

Llego a la barra y lo ignoro antes de pedir, esta vez, un shot de Jack.

Lo tomo y lo dejo de un golpe en la barra.

—Me llamo Damián—dice tendiendo su mano a mi lado.

La miro frunciendo el ceño.

Pone los ojos en blanco y baja la mano.

—¿Sabes que eres la primera mujer que me mira como si fuera un insecto?

—Que, ¿Todas se arrojan a tus pies? —me burlo ya achispada.

Todavía sigo pensando de donde lo conozco.

El maldito alcohol ya está haciendo estragos en mí.

—Te sorprendierais —susurra, pero alcanzo a escuchar.

Hago otra seña al de la barra y este me sirve otro shot. A mi lado el recién conocido hace lo mismo.

—Dime Cara, ¿Crees en las casualidades?

Bufo.

—Nop. Pero si creo en las oportunidades—este me regala una hermosa sonrisa y me encuentro devolviéndosela.

—¿Quieres bailar? —me tiende la mano.

Hoy no quiero pensar. No me importa lo que piensen de mí. Lucas no se merece que lo llore cuando ha sido un total cabrón

—Qué me dices ángel, ¿Bailas conmigo? —sonríe— No muerdo—me guiña

Le devuelvo la sonrisa y tomo su mano.

Es solo un baile ¿Qué puede suceder?

En la pista nos movemos y sus manos me toman de la cintura. Esta vez me dejo llevar.

Fin flashback.

Me casé con Damián Anderson, el símbolo sexual de la industria, luego de sus películas subidas de tono.

Claro que ya recuerdo quien es, solo que no lo recocí en ese instante.

El hombre es la fantasía de las mujeres. Debo admitir que vi sus películas, pero verlo ahora en vivo y directo, es algo surrealista.

—Creo que acabas de meterte en un gran lío Cara—susurro sintiendo que esto es solo la punta del iceberg.

El alcohol y yo nunca hemos sido buenos juntos, ya deberías saberlo. De eso puede dar fe el señor Fuller, un habitante del pueblo.

Todavía recuerdo sus maldiciones cuando se dio cuenta de que había liberado a su ternero y termino en el río.

—Tomate tu tiempo —habla Damián desde el otro lado de la puerta del baño —Tenemos mucho de qué hablar esposa —dice esta última palabra con sarcasmo.

Perfecto.

Pienso haciendo una mueca antes de volver a vaciar mi estómago.

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