Sin embargo, tenía la sensación de que hoy no podría pasar la noche en la oficina.
—Sonia, ¿qué pasa?
Preguntó Chloe con frialdad.
Luna le trajo una taza de café caliente y se la puso delante.
Le dio las gracias con la cabeza.
Luna se sentó frente a ella y no le interesó escuchar a Chloe hablando por celular, sino que siguió trabajando.
Estaba lo suficientemente tranquila como para ser la gran presidenta que dirigía el Grupo Díaz.
—Señorita, por favor, venga rápido a casa, la señora se niega a comer desde anoche y parece estar de mal humor.
Chloe guardó silencio un momento y dijo, —Quizá no tenga hambre, dejadla en paz. Esta noche tengo una cita para cenar con una compañera, y si pierdo la oportunidad, mi compañera se convertirá en la cliente de la señorita Hunt.
Señorita Hunt era Liberty.
Sonia lo sabía.
Chloe no había mentido y planeaba invitar a Luna a comer.
—No es que la señora no tenga hambre, es su falta de apetito causada por su mal humor. Señorita, si está ocupada con el traba