Zorrita salió de AroCap y paró un taxi para marcharse.
Miró hacia atrás para asegurarse de que Arturo no salía tras ella.
Se pensó que esa patada había sido más fuerte, y que Arturo había caído al suelo y no había podido levantarse en tan poco tiempo.
Media hora más tarde, en Mansión Stone.
Una muchacha desconocida se paró frente a la mansión y miró a su alrededor. Observó repetidamente el letrero de la puerta de la Mansión Stone para asegurarse de que ése era el lugar al que venía.
La muchacha tocó el timbre.
Pronto salió una sirvienta.
Ante la puerta de la villa había una muchacha desconocida, de poco más de veinte años. Llevaba ropa corriente, pero tenía una cara bonita. Tenía un pequeño bolso en la mano y, al ver a la sirvienta, mostró alguna timidez.
La sirvienta no abrió la puerta de inmediato y, a través de la rejilla, preguntó, —Buenas tardes, ¿a quién busca usted?
¿Era amiga de Elisa?
No podía ser.
Elisa tenía muy pocas amigas íntimas. La única cercana era Maya.
A la mayoría d