Isabela sonrió y preguntó a su hermano: —¿Qué quieres comer? Le pediré que te lo prepare.
—Me gusta cualquier plato que cocine.
—Bueno, mientras Callum esté en casa, seguro que nos prepara la comida. A los cocineros les preocupa perder su trabajo por él.
Thiago sonrió feliz y dijo: —Hermana, qué suerte tienes de tener un buen marido.
Si Isabela no se hubiera casado con Callum, Thiago no habría sabido que los hombres de la familia York eran buenos cocineros.
—También yo me siento muy afortunada.
Isabela pensó que habría estado mejor tener un bebé más pronto.
No dijo lo que pensaba.
Camelia había dicho que en unos dos años Isabela podría ser mamá, sin tener que preocuparse.
Lo único que Isabela tenía que hacer ahora era tener paciencia y esperar a la llegada del bebé.
—Querida, lávate las manos, es hora de cenar. —gritó Callum desde la cocina.
—Ya voy.
Thiago fue a ayudar a llevar la comida.
Después de la cena, Thiago le dijo a su hermana: —Voy a ver a Dalia, tengo que saber cómo está.
—