Aunque Thiago sabía que sus hermanas no se llevaban bien, llamó a Isabela.
Isabela estaba paseando con la anciana para disfrutar de las flores cuando recibió la llamada.
Se detuvo bajo un árbol y respondió a la llamada de su hermano.
Las flores de las ramas más bajas florecían justo delante de sus ojos, y podía tocarlas si levantaba la mano.
Después de diez años viviendo en la oscuridad, había olvidado el color de las flores.
Tras recuperar la vista y ver aquellas flores en la florería, Isabela pensó que eran especialmente bonitas, y en ese momento al ver las flores que florecían junto a la carretera, también pareció que eran hermosas.
La abuela dijo que esas flores durarían desde noviembre hasta abril del año siguiente.
—Thiago, ¿qué pasó?
Isabela alargó la mano para tocar las flores y preguntó suavemente a su hermano: —¿No tienes clase?
—Hoy es fin de semana.
—Ay, se me olvidó, yo tampoco trabajé hoy. Entonces puedes salir con tus compañeros.
—Doy clases a estudiantes de primaria los