Pero si lo que Bella había dicho salía a la luz, Isabela utilizaría la ley para hacer justicia por sí misma y asegurarse de que Bella recibía el castigo que se merecía.
Y si alguien más difundía rumores, ella tampoco renunciaría a perseguirlos.
Bella miró a su madre, que la fulminó.
—¿Has oído eso? Isabela es generosa y te dejará en paz por ahora, es una persona amable, pero no puedes acabar con esto tan precipitadamente.
—Estás soltando tonterías que perjudican tanto a los demás como a ti misma.
—Y arrastrarás a tus padres contigo. Eres mi hija, y si dices esas cosas y haces algo demasiado, la gente nos culpará como padres por no saber educar a la hija antes de enseñar a una como tú, a la que le gusta crear rumores.
—Debes disculparte sinceramente con Isabela, y mañana, por favor, tienes que venir a su casa en persona para pedir perdón.
Bella se quedó con muy mala cara.
Lo que dijo impulsivamente no sólo la deshonró a ella misma, sino que también desprestigió a sus padres.
En efecto,